Todo iba bien hasta que me fui de viaje a las aguas termales con mi mejor amigo y su esposa, hasta que vi esa escena. A través del shoji ligeramente abierto, vi a la esposa de Naoya enterrando su rostro en su entrepierna. Incluso cuando se dio cuenta de mí, siguió lamiéndome y simplemente me miraba como: "Mírame, soy tan vulgar". En medio de una noche de borrachera, una suave sensación me invadió y un dulce aroma me llenó “¿Quieres abrazarme?” Perdí el control y una y otra vez intercambié chistes verdes con la esposa de mi mejor amigo.